Ante todo, como regalo para los oídos, me comprometo en la medida de lo posible, a dejaros una pieza de algún músico ruso (clásico o no).
Y para no decepcionar, esta vez os ofrezco la parte más conocida de «El lago de los cisnes» (Лебединое Озеро) de Piótr Ilích Chaikóvsky (Пётр Ильич Чайковский) a cuya representación, por cierto, acudiré el 15 de noviembre en el Кремлёвский балет (Kriemlióvskii Baliét o Ballet del Kremlin si la transcripción y la traducción no me fallan). Dadle «play» si queréis disfrutarlo mientras leéis el artículo.
Hoy hace poco más de una semana que me he asentado en la Российская Федерация, como oficialmente se denomina a sí misma la Federación Rusa. La acogida por parte de la OFECOMES, la comunidad de españoles expatriados y los rusos (y CEI) que me he encontrado por la ciudad no ha podido ser más acogedora.
Llegado a Moscú un sábado a eso de las 12 de la noche, tras la acogida de mi compañera de piso Betsy, con un chupito de vodka de bienvenida, una ducha y a la cama, uno se encuentra con el primer problema. Coger un metro.
En cada estación de metro moscovita existe al menos una Касса o lo que es lo mismo una taquilla de venta de billetes. A partir de ahí, depende de lo que uno quiera: desde un viaje simple hasta el abono de 365 días existe un mundo. Valga la pena resaltar la consideración de que las «smart card» o tarjetas sin contacto de 30, 90 o 365 días se tienen un coste aparte del abono. Se pueden recargar, y de hecho eso es lo que os explicará la cajera (que no hablará generalmente una palabra de inglés) cuando pidáis un abono de 30 o más días. La tarjeta en si misma cuesta a día de hoy 50 rublos.
El uso del metro es relativamente sencillo, y contrariamente a lo que se suele indicar, todo está bastante bien señalado. En ruso, eso si.
De esta forma, выход в город indica la salida (salida a la ciudad), mientras que en los transbordos, el número de linea y su color indica a donde debemos dirigirnos. Es conveniente, aunque no imprescindible, saber cirílico antes de aventurarse dado que al entrar en la zona de andenes nos indica que anden nos llevará a donde queremos ir listando todas las paradas que restan a final de línea para cada andén.
De las estaciones hablaré otro día. Como algunos saben el metro de Moscú es conocido como el «Palacio subterráneo» por la belleza de sus estaciones. Desde una «simple» decoración con mármoles blancos y madera hasta elaborados mosaicos, vidrieras o esculturas.
En cuanto a la vida básica, mi aproximación a las compras la he hecho de forma solitaria y aventurera, desde las compras en un Alcampo (Aшáн) ruso, hasta los supermercados locales (Продýтки – Prodútki), pasando por supermercados similares a los occidentales.
Sólo una nota al respecto. En Rusia, por norma general, las bolsas de plástico se cobran. Lo ideal es llevar bolsas de plástico o tela, o incluso un carro al estilo del que usan nuestras abuelas en España.
El transporte al margen del metro, trolebuses, autobuses y tranvías (especialmente el nocturno) se hace a base de машина (coche, en ruso). Básicamente son residentes en Moscú que te llevarán a donde les digas tras negociar con ellos un precio (puede que con o sin regateo). Mis interlocutores han negociado mis viajes desde el centro de la ciudad a mi parada del metro (Спортивная – Spartívnaya) por unos 200 rublos (5€ al cambio actual). Depende de lo simpático que le caigas al conductor, quizá incluso te acerque directamente a tu casa.
Chapurrear algo de ruso y mostrar un mínimo de simpatía suele ayudar en muchas ocasiones.
En mi caso esas han sido las primeras experiencias básicas dado que el piso ya estaba preparado (heredo el del becario que me precedía). No obstante si no es así, suele ser preciso contratar un agente al que le pagaréis de un 50 a un 100% del precio de un mes de alquiler, sin contar posibles fianzas del casero.